“Me enamoré de mi secretaria”: dejó a su novia días antes de casarse y 6 meses después hubo un giro inesperado

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En el Día de los Enamorados, Lucila contó la experiencia que vivió cuando tenía 22 años y cambió su vida. “Hoy soy más fuerte, más sabia y más feliz”, dijo a TN.
 

Era un 14 de febrero de 2009, un Día de los Enamorados que debía ser la culminación de un sueño que Lucila había acariciado durante toda su vida. Tenía en aquel entonces 22 años, un hijo de tres meses y un vestido blanco que la esperaba para casarse con el hombre que soñaba tener al lado para siempre.

 La historia de amor que todos imaginaban se transformó en un relato de desamor y desilusión. En el Día de los Enamorados, Lucila recordó ese momento en sus redes sociales: “Un día como hoy, hace 16 años, tenía el casamiento de mis sueños planeado. Pero mi ‘marido’ se había enamorado de la secretaria y me dejó unos días antes”.

En diálogo con TN, la mujer de 39 años reveló más detalles de aquel episodio: “Estaba de novia desde los 19 años. Y en un momento decidimos hacer el certificado de convivencia para acceder a la obra social. La charla derivó en que mejor podíamos casarnos, algo con lo que siempre había soñado, para que fuera más allá de un simple trámite”.

Para ella, la idea de casarse no era solo un trámite administrativo: era la realización una visión de niña que, por fin, parecía cumplirse. “Mi sueño era el altar”, afirmó, mientras recuerda cómo, junto a su entonces pareja, comenzaron a planear su boda.

Habían pagado la reserva del salón, entregado las invitaciones, encargado los souvenirs y, como la mayoría de las novias, Lucila ya había comenzado a imaginarse cómo sería aquel día tan especial. Él se prendió a la idea, repartió las tarjetas y pagó todo. No faltaba nada. Pero unos días antes del 14 de febrero, previo a que nos casáramos, le arrojó una frase devastadora: “Me enamoré de mi secretaria”.

La tranquilidad con la que contó aquella experiencia contrasta con la tormenta emocional que Lucila vivió en ese momento. La sorpresa fue arrasadora: la fiesta, las invitaciones y todo lo que habían planeado durante meses se desmoronó como un castillo de naipes.

“Fue un golpe muy fuerte. Sebi tenía solo tres meses y mi mundo se vino abajo”, dijo Lucila, pausando para respirar y ordenar sus pensamientos. “Entendí lo que él hizo, porque... bueno, él tenía 21 años y no podía ver todo lo que pasaba. Fue inmadurez, pura inmadurez”, reflexionó, con una mezcla de aceptación y autocomprensión.

Sin embargo, lo que más le dolió a Lucila no fue solo la traición de su novio sino la manera en que se derrumbó su vida, a vista de todos. “Perdimos toda la plata”, comentó, recordando con amargura cómo se esfumaron los ahorros que habían invertido en la boda. “Las invitaciones, el salón, todo el dinero. El cura me llamó para decirme que nos estaban esperando en la iglesia. Él nunca canceló nada. Fue horrible”.

El dolor que siguió no solo fue emocional, sino también social. “Primero fue mucha vergüenza. En Lanús lo querían matar, mis amigos no querían que pisara el barrio”, recordó.

El giro inesperado en la historia
En medio del caos, ella tuvo que lidiar con su nuevo rol como madre soltera, mientras, en paralelo, se reconstruía emocionalmente. “Seis meses después, él volvió”, reveló Lucila. “Me dijo que la estaba pasando mal, que le faltaba quien lo cuidara, quien lo quisiera... y vivía a sopas instantáneas”, contó entre risas.

En un giro inesperado, ella le dio una segunda oportunidad. “Volví con él, pero con miles de condiciones. Decidimos respetar nuestras individualidades, no revisar teléfonos... pero claro, ya sin casamiento, sin fiesta, sin nada”, afirmó la mujer, destacando cómo el sueño de la boda perfecta, de esa ceremonia tan ansiada, se desvaneció.

Aunque las cicatrices de la traición seguían allí, el amor persistió de una manera distinta. Junto a Leo, además de Sebastián (18), también fueron padres de Isabella (12) y Clara (11).

“A mi marido le daría un riñón, lo sigo amando. Fue mucho antes del empoderamiento femenino. Muchas cosas que antes no se sabían o ni se discutían”, reflexionó Lucila, que con el tiempo comprendió algo fundamental. “Hoy, 17 años después, soy más fuerte, más sabia y más feliz”.

FUENTE: TN

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