
El Torino que jamás existió: la historia detrás del auto que intentó continuar con su legado
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A mediados de la década de 1970, Renault pensó seriamente en llevar a la producción a una segunda generación del Toro.
A fines de la década de 1960, Renault apostó fuerte en la Argentina con la compra de Industrias Kaiser Argentina. Esa adquisición, que se hizo de una manera paulatina, le permitió a la marca francesa utilizar la planta de Santa Isabel como una nueva línea de producción para sus propios vehículos. Aunque los franceses tenían interesantes proyectos de cara al futuro barajaron la posibilidad de darle continuidad al Torino, el modelo estrella de la compañía fundada por Henry John Kaiser.
Si bien la historia dice que el Torino se despidió en 1982 con una insignia de Renault en el frente, antes de tomar esa decisión se pensó muy seriamente en crear una segunda generación del Toro. La responsabilidad de semejante desafío quedó en manos de Robert Broyer, el padre del mítico Renault 12.
Surgió así el Proyecto Renault 40, que tenía como meta ser el sucesor del exitoso Torino, aunque concebido con influencias galas para dejar de lado los orígenes italianos que le había dado Pininfarina. La misión era clara: crear un modelo que mantuviera la presencia en el segmento de los autos grandes.
EL TORINO COMO PUNTO DE PARTIDA
El Torino, mitad europeo y mitad americano en su esencia al estar basado en el Rambler American, había dejado una huella imborrable en la industria argentina desde 1967. Con la total absorción de Kaiser por parte de Renault fue imperativo encontrar un sucesor que encarnara un nuevo concepto tecnológico y estilístico. Sin embargo, el Torino era un vehículo exitoso que no podía ser simplemente descartado.
Las primeras charlas para crear al sucesor del Torino comenzaron en 1972, en tanto que el primer prototipo vio la luz en 1974. La estructura primaria del Renault 40, tal el nombre que se usaría en el mercado europeo, fue creada en Francia; mientras que un equipo de Renault Argentina se unió a colegas franceses para ensamblar el primer auto.
La maqueta 1-1 llegó a Córdoba desde la Regie Renault, marcando el inicio del desarrollo auténticamente argentino. Como singularidad este ejemplar de demostración tenía dos laterales disímiles: uno representaba la versión coupé y la otra a la sedán. Eso sí, la trompa tenía la insignia de Torino y no la de Renault…
El proceso de diseño involucró la fase de rescatar elementos útiles del Torino, como el motor de 6 cilindros en línea, la caja ZF de 4 marchas, el diferencial y elementos de la suspensión. La parte interna conservó rasgos del Toro en su última versión.
UN PROTOTIPO SINGULAR
Gran parte de los componentes del Renault 40 fueron elaborados artesanalmente. Desde los laterales de los vidrios hasta los mecanismos de apertura y cierre de puertas, se trabajó meticulosamente para transformar la visión en una realidad tangible. A pesar de que el diseño final incorporaría muchas partes de plástico, el prototipo inicial demandó habilidades artesanales y un enfoque meticuloso.
Después de superar la etapa de diseño y fabricación, el Renault 40 se sometió a rigurosas pruebas en ruta con unidades camufladas para evitar la identificación por parte del público. El proyecto culminó en 1976 con una cumbre de directivos de la compañía que se realizó en una estancia en Córdoba. Allí se evaluaron y discutieron los resultados técnicos.
A pesar de la dedicación y el potencial del Renault 40, una decisión definitiva marcó el destino del prototipo. En ese cónclave que se extendió por una semana se optó por bajarle el pulgar a la segunda generación del Torino.
La incertidumbre sobre el futuro del mercado de autos grandes, influenciada por la crisis petrolera, contribuyó en buena parte a esta medida. Además, el fallecimiento de Ivon Lavaud, entonces presidente de IKA y impulsor de la renovación, también atentó a que el auto fuese realidad.
Finalmente, el lugar del Torino en la línea de montaje de Santa Isabel fue ocupado el Renault 18, modelo que tenía ciertas semejanzas con el Renault 40. Afortunadamente, un ejemplar de ese prototipo permanece en el Museo de la Industria de Córdoba como un testimonio tangible de una ambiciosa idea que desafiaba las convenciones de su época.
FUENTE: AUTO MUNDO