El Municipio se borra y la violencia avanza: Rafaela sin conducción ante la crisis de seguridad

RAFAELA..
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La muerte de Iván Ávila, un hombre de 45 años que recibió un disparo en la cabeza mientras estaba en la vereda de su casa, dejó al descubierto lo que Rafaela ya no puede ocultar: la falta de liderazgo del Gobierno Municipal frente a la violencia urbana. El barrio 2 de Abril, como otros sectores del oeste, vive bajo la amenaza constante de las balaceras, las drogas y la impunidad. Los vecinos habían advertido hace meses que algo así podía pasar. Nadie los escuchó.

Hoy, mientras el dolor se transforma en reclamo, el Municipio sigue sin aparecer. Ni el intendente Leonardo Viotti ni sus funcionarios se acercaron al barrio. Ni siquiera cuando el ministro de seguridad de la provincia de Santa Fe, Pablo Cococcioni, y el fiscal regional Carlos Vottero, arribaron a la ciudad para encabezar los operativos posteriores al crimen. La ausencia municipal fue total, simbólica y política: la gestión local no estuvo donde más se la necesitaba.

Una gestión local que siempre llega tarde
La gestión municipal parece haber renunciado a conducir la respuesta frente a la inseguridad. Todo lo que hace llega tarde y sin planificación. Ni en los peores momentos de gestiones anteriores (que los hubo) se había llegado a un escenario tan grave. Antes se percibía, al menos, una Municipalidad activa, cercana y con voluntad de gestión, con funcionarios visitando los barrios, charlando cara a cara con los vecinos. Hoy, la respuesta es tardía, improvisada y desprovista de rumbo.

Una gestión local que siempre llega tarde
La gestión municipal parece haber renunciado a conducir la respuesta frente a la inseguridad. Todo lo que hace llega tarde y sin planificación. Ni en los peores momentos de gestiones anteriores (que los hubo) se había llegado a un escenario tan grave. Antes se percibía, al menos, una Municipalidad activa, cercana y con voluntad de gestión, con funcionarios visitando los barrios, charlando cara a cara con los vecinos. Hoy, la respuesta es tardía, improvisada y desprovista de rumbo.

El llamado «Foro de Seguridad», presentado como la gran herramienta de participación ciudadana, es la muestra más acabada de esa ineficacia: se creó a destiempo, sólo después del reclamo público de las instituciones, y funciona como una mesa de exposición de datos sin operatividad real. Mientras tanto, las balas siguen marcando el pulso de la ciudad. El crimen de Iván fue apenas el punto más visible de una serie de episodios que acumulan semanas de impotencia, miedo y desconfianza.

Una ciudad sin liderazgo político
Rafaela se enfrenta a una crisis de conducción. La inacción municipal no sólo agrava el problema de seguridad, sino que profundiza el quiebre entre la ciudadanía y sus autoridades. Gobernar, en este contexto, exige presencia, decisión y empatía. Ninguna de esas tres cualidades se ha visto.

Mientras la Provincia despliega recursos, el municipio se limita a la observación pasiva, como si la seguridad fuera un asunto ajeno. Leonardo Viotti, el primer mandatario, no sólo no estuvo allí, sino que tampoco habló del tema de modo relevante, no visitó el barrio. Si la creencia es que los problemas se borran sólo con ignorarlos, está errado.

La ausencia oficial local en materia de seguridad, retrata la intemperie en la se encuentran los vecinos y vecinas de la ciudad. Como plantea Robert Castel en su obra «La inseguridad social ¿Qué es estar protegido?» (2003), la seguridad no es sólo la ausencia de peligro, sino la condición que permite a los individuos sentirse parte de un mundo común.

Hoy, Rafaela parece haber perdido precisamente eso: su mundo común. Mientras las familias lloran la pérdida de un joven y la comunidad vive en alarma, el gobierno local mantiene una actitud distante, ajena a los hechos. Como si la muerte no hubiera ocurrido, como si el barrio no estuviera devastado.

Lo que queda claro es que el dolor de una comunidad no se gestiona desde un despacho ni se calma con comunicados. Se enfrenta con liderazgo político, planificación y compromiso territorial. Cuando la violencia se instala y el estado local se borra, no hay relato que maquille el vacío. Por el contrario, es ese mismo vacío (el de la conducción) el verdadero enemigo público de la ciudad.

FUENTE: DIARIO CASSTELLANOS

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