

Durante la mañana de este jueves, desde el municipio local dieron a conocer el decreto donde dejan fijado el llamado a licitación y con esto, la puesta en marcha de un gran anhelo para la ciudad de Rafaela y que es la restauración de los ex Almacenes Ripamonti, un inmueble de gran valor histórico y arquitectónico para la ciudad. El llamado busca atender la contratación de la mano de obra, materiales, herramientas y equipos necesarios para dar inicio a las obras en la estructura, que ha enfrentado un deterioro progresivo a lo largo del tiempo.
El presupuesto oficial para esta etapa asciende a más de $613 millones de pesos, y las propuestas serán recibidas hasta el 23 de octubre de 2025. Las intervenciones previstas en esta primera etapa incluyen una serie de trabajos esenciales para el saneamiento de la estructura, como el desmontaje y reconstrucción de la cubierta de la recova, la estabilización de los subsuelos colapsados, el refuerzo estructural, la reconstrucción parcial de fachadas y el saneamiento del sótano central. Todos estos trabajos se consideran la base necesaria para que en futuras etapas se pueda llevar a cabo el proyecto integral de rehabilitación, propuesto por los arquitectos ganadores del Concurso Provincial de Anteproyectos en 2021.
El inmueble, ubicado en la intersección de las calles 9 de Julio y Belgrano, ha sido declarado «Monumento Histórico Provincial» y está incluido en el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico de Rafaela. Sin embargo, a pesar de su valor patrimonial, un colapso parcial de su cielorraso y un muro portante en abril de 2024 dejó en evidencia un estado de «ruina inminente» que ponía en riesgo la seguridad de personas y bienes.
Frente a esta situación crítica, se volvió imperioso iniciar una etapa de restauración que priorice la
consolidación estructural y la rehabilitación de los espacios originales para detener el deterioro y asegurar la estabilidad de la infraestructura.
La restauración de los ex Almacenes Ripamonti es vista por la gestión municipal como una deuda histórica con los antepasados de la ciudad, un compromiso con la preservación del patrimonio arquitectónico local y una forma de asegurar la transmisión de estos valores a las futuras generaciones. El proyecto va más allá de una simple obra de infraestructura, ya que busca convertir un espacio en ruinas en un «agente dinamizador de la vida social, cultural y económica».