

En el corazón de Roma, en los pasillos de mármol del Palazzo Chigi, Giorgia Meloni se convirtió en una figura que desconcierta tanto a sus críticos como a sus aliados. Desde su llegada al poder en octubre de 2022, la primera ministra de Italia sorprendió a Europa y al mundo al liderar un gobierno que fusiona nacionalismo, pragmatismo y alianzas occidentales, mientras enfrenta un debate constante sobre si su gestión representa una amenaza autoritaria o una integración democrática de la derecha radical.
Según un extenso reportaje de TIME, Meloni logró redefinir el nacionalismo italiano y su impacto se extiende mucho más allá de las fronteras de su país, influyendo en el rumbo de la democracia europea.
La revista TIME eligió a Meloni como referente global, resaltando la proyección internacional y el impacto simbólico de su mandato conservador en Europa (TIME)
Trayectoria personal y política de Giorgia Meloni
La historia de Meloni es, en sí misma, una narrativa de superación y resiliencia. Nacida en Roma, su infancia estuvo marcada por la separación de sus padres cuando tenía apenas tres años. Su padre abandonó a la familia y, según relató su hermana Arianna Meloni —actual asesora y presidenta de Fratelli d’Italia—, los intentos de reconciliación fracasaron: “Honestamente, simplemente no le importábamos”, declaró Arianna a TIME. Tras un incendio que destruyó su apartamento, las hermanas y su madre se mudaron a Garbatella, un barrio obrero de la capital italiana, donde compartieron un pequeño espacio con sus abuelos maternos.
La adversidad forjó el carácter de Meloni. Su hermana sostiene que el episodio del incendio “le dio una mayor determinación, la que la hizo ser la Giorgia que es hoy”. Sin recursos para asistir a la universidad, Meloni trabajó vendiendo discos y cuidando niños, pero encontró en la política su verdadera vocación. A los 15 años, en 1992, se unió al Fronte della Gioventù, la rama juvenil del Movimiento Social Italiano (MSI), un partido fundado por seguidores de Benito Mussolini. En un entorno predominantemente de izquierda, Meloni y su grupo de amigos, apodados "las Gaviotas“, se destacaron por su espíritu independiente y su disposición a desafiar tanto a la derecha tradicional como a la izquierda.
Su ascenso fue meteórico. En 2004, con solo 27 años, lideró la organización juvenil del partido, ya rebautizado como Alianza Nacional. Dos años después, obtuvo un escaño en la Cámara de Diputados y, en 2008, se convirtió en ministra de Juventud en el gobierno de Silvio Berlusconi, siendo la ministra más joven de la Italia de posguerra.
En 2012, Meloni rompió con la coalición de Berlusconi y fundó Fratelli d’Italia, un partido que comenzó con apenas un 2% de apoyo. Su candidatura a la alcaldía de Roma en 2016, mientras estaba embarazada, la catapultó a la escena nacional. En 2019, pronunció un discurso que se volvió emblemático: “Soy Giorgia, soy una mujer, soy madre, soy italiana, soy cristiana. Eso no me lo pueden quitar”.
La negativa de Meloni a respaldar el gobierno de unidad durante la pandemia de COVID-19 allanó el camino para su ascenso definitivo. En 2022, lideró una coalición de derecha que arrasó en las elecciones, con Fratelli d’Italia obteniendo el 26% de los votos y superando ampliamente a otros partidos conservadores. Su llegada al poder coincidió casi exactamente con el centenario de la marcha sobre Roma de Mussolini, un hecho que no pasó desapercibido para la opinión pública.
Bajo el liderazgo de Meloni, Fratelli d’Italia pasó de ser una fuerza marginal a convertirse en la principal formación de la derecha italiana, reconfigurando alianzas y discursos políticos (REUTERS)
Contradicciones y características de su liderazgo
El liderazgo de Meloni se caracteriza por una serie de aparentes contradicciones. Defiende con vehemencia la identidad nacional y la cultura italiana, pero al mismo tiempo adoptó posturas pragmáticas en el escenario internacional. Según TIME, Meloni moderó algunas de sus promesas de campaña más radicales, como la imposición de un bloqueo naval para frenar la inmigración ilegal, y potó por una gestión más centrista en ciertos aspectos.
En el plano internacional, Meloni sorprendió al alinearse con la Unión Europea (UE), la OTAN y el apoyo a Ucrania, distanciándose de China y trabajando para fortalecer los lazos entre Europa y Estados Unidos. Su capacidad para adaptarse y ganar la confianza de líderes de diferentes tendencias ideológicas fue notable. De acuerdo con el reportaje, Meloni logró “incorporar las fuerzas de la extrema derecha en el proceso democrático, neutralizando su amenaza”, según Giovanbattista Fazzolari, su principal asesor político.
Sin embargo, sus críticos advierten que, tras construir una imagen moderada, Meloni estaría regresando a posiciones más conservadoras, especialmente tras el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense. Nathalie Tocci, profesora en la Johns Hopkins School of Advanced International Studies en Bolonia, expresó a TIME su preocupación por la “dirección” que está tomando el gobierno de Meloni, comparando su estrategia con la de otros líderes autoritarios que avanzan de manera incremental.
Meloni rechaza las cuotas de género y otras formas de discriminación positiva, argumentando que ha tenido que enfrentar “estereotipos ridículos” por ser la primera mujer en liderar Italia, pero se opone a que el Estado intervenga para corregir estas desigualdades. “No soy racista. No soy homofóbica. No soy todas las cosas que han dicho de mí”, afirmó Meloni en declaraciones recogidas por TIME.
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