

Lejos de los flashes y el escándalo, Juliana Gattas —la icónica voz de Miranda!— encontró en su hija Juana no solo compañía, sino una verdadera aliada de vida. Con bajo perfil y sensibilidad artística, la joven se convirtió en su curadora personal y mejor amiga.
Juana Carreras, la hija de Juliana Gattas —la icónica vocalista de Miranda! y actual jurado de La Voz Argentina—, cumplió 19 años y mantiene el bajo perfil que caracterizó su crecimiento. Aunque su madre es una figura vibrante del pop argentino, Juana eligió una vida alejada de la exposición mediática. Sin embargo, en los últimos días volvió a ser tema de conversación luego de que Gattas la definiera con ternura como su “curadora personal”.
Nacida en junio de 2006, Juana llegó a la vida de Juliana justo cuando Miranda! comenzaba a conquistar los escenarios con su estilo único, colorido y disruptivo. Desde entonces, madre e hija crecieron juntas en dos planos paralelos: el artístico y el íntimo. “Además de ser mi hija, es mi amiga”, declaró la cantante en una reciente entrevista, evidenciando la fuerte conexión que las une.
Una relación cuidada, lejos del ruido
Juliana Gattas es cuidadosa con su vida privada, y especialmente con la de su hija. Aunque Juana creció entre giras, camerinos y sonidos electropop, nunca fue expuesta deliberadamente al foco público. En sus redes sociales —que apenas superan los 8.000 seguidores— no hay rastros de aspiraciones mediáticas ni exhibicionismo: selfies esporádicas, algunas fotos de viajes, y mucho arte visual.
“Juana tiene un paladar musical finísimo. Me recomienda artistas nuevos, me muestra cosas que yo no conocía. Es mi curadora personal”, confesó Gattas, reconociendo que su hija funciona como una especie de termómetro cultural y una influencia directa en su sensibilidad musical actual.
Juana, la guía generacional de Juliana
La artista, que brilla como jurado en La Voz Argentina, ha sabido equilibrar su explosiva vida artística con una maternidad atenta y sin estridencias. Juana es hoy una joven que acompaña a su madre en viajes, festivales y shows, pero lo hace desde un lugar íntimo, casi invisible para el público.
Esa elección de mantenerse en segundo plano no es casual. En un ambiente donde la visibilidad puede convertirse en presión, Juliana priorizó siempre el bienestar y la autonomía de su hija. “Es una decisión que respeté siempre —señaló—. Cada uno elige su forma de estar en el mundo”.
FUENTE: LA GACETA