Hunden en altamar un emblemático buque de Malvinas que querían traer a Santa Fe

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Tristeza e impotencia causa en los excombatientes la decisión. El barco estuvo hace unos años amarrado en el puerto local. Un Guerrero que se pierde en el silencio.
 

El Aviso ARA Alférez Sobral se hunde en altamar. Desaparece lentamente. Este lunes había partido de la Base Naval de Mar del Plata rumbo a su singladura final. Navegaba silencioso a remolque, llevaba la gloria sobre cubierta. Los ojos tristes de quienes conocen su larga derrota lo despidieron por última vez. Dolor e impotencia causa esta decisión en quienes pretendían para el heroico buque otro destino. Todavía retumba en la memoria de sus tripulantes el eco de los bombardeos durante la guerra de Malvinas, grabados los nombres de los mártires que lo defendieron, como a su patria. Una bruma de olvido e incomprensión invade ahora el mar argentino.
Era la noche del 2 de mayo de 1982 cuando el Sobral fue atacado por helicópteros británicos mientras acudía al rescate de dos pilotos eyectados. “En aquel combate el Sobral perdió a ocho de sus tripulantes, incluido su comandante”, recuerda ahora en diálogo con El Litoral el ex combatiente santafesino Ricardo Abel Cuevas, quien aquella vez estaba a bordo junto al comandante, y este lunes la noticia lo encontró en Mar del Plata, ciudad en la que reside y desde donde zarpó el buque.

Los caídos en aquella noche trágica y heroica fueron el Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca, el Guardiamarina Claudio Olvieri, el Cabo Principal Mario Alancay, los Cabo Segundo Daniel Tonina, Sergio Medina y Ernesto del Monte, el Marinero Primero Héctor Dufrechu y el Conscripto Roberto Derrico.
“Mi comandante, Gómez Roca, fue el oficial de la flota de mar más antiguo que perdió la vida en combate”, rememora con voz temblorosa Cuevas, que era Cabo Segundo electricista y formaba parte de área de Máquinas del Sobral. Antes de ello, “estábamos en el Puente y me mandó a la cubierta a apagar las luces de navegación. Lo hice, le di parte y luego nos mandó junto al marinero Sosa a la sala de Máquinas. Y cuando íbamos en camino se escuchó la explosión del impacto”.

 

Inmerecido final
Tras resistir el fuego enemigo, traer al continente a parte de su tripulación con vida y cobijar el luto de sus caídos, a poco más de cuatro décadas de aquella epopeya la falta de dinero para su mantenimiento llevó a las autoridades de la Armada Argentina a hundirlo en el mar. “Me causa mucha tristeza”, dice el santafesino Cuevas, “porque lo consideramos parte de nuestra subsistencia en la guerra”.
“Al igual que hicieron con el buque Comandante Luis Piedrabuena, lo llevan a altamar para tomarlo como blanco de tiro y hundirlo”, dice el ex combatiente y se lamenta, porque “no merece ese final. Lo están tratando como chatarra, como un fierro oxidado. Fue desmantelado, le quitaron motores, generadores y todas las piezas útiles, y ahora lo llevan a altamar y lo hunden”. Como si se tratase de un ensayo del destino, la paradoja hizo que sea el mismo Sobral el que remolcó en 1988 al Piedrabuena a su destino final.

Ahora son el ARA Puerto Argentino, ARA Bahía Agradable, la corbeta ARA Espora, y el patrullero rápido ARA CL Cordero, quienes acompañaron en altamar al ARA Sobral hacia la zona al sur de Necochea, en la posición 39°54´S y 59°30´W.

 
“Cada 3 de mayo nos reuníamos toda la tripulación con vida y oficiábamos una vigilia a bordo del Sobral en honor a nuestros caídos. Pero hace cuatro años que no me dejaban visitar el buque”, cuenta Cuevas, “desconozco por qué”, agrega. “Yo iba con la documentación habilitante y lo visitaba siempre, hasta que un día me dijeron que no podía pasar más”.
“El vínculo que nosotros tenemos con el buque es altamente afectivo. Para mí fue mi caja de seguridad, el que me regresó a la vida”, dice Cuevas invadido de emoción. Por ese motivo y pese al impedimento de abordarlo, el ex combatiente no dejó de visitar el Sobral. “Pasaba siempre y lo veía a lo lejos amarrado. Lo tengo grabado en mi memoria. Ayer no tuve la fortaleza de ir a verlo zarpar”, dice y se le quiebra la voz.

-Disculpé que esta conversación lo traslade a esta emoción tan fuerte.
-No, no. Es la historia la que duele, lo que pasó y lo que está pasando. Esta desidia tan grande.

 
Es que más allá de su participación en la guerra de Malvinas el Sobral fue protagonista de varios hitos de la historia naval argentina. Construido en 1944 en Estados Unidos, esta nave de 43,6 metros de eslora y 10,3 de manga, había participado en tareas auxiliares en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial bajo el nombre de USS Salish. En 1972, fue entregado a la Armada Argentina y bautizado con el nombre del Alférez José María Sobral, un destacado explorador militar y geólogo, que hizo historia en la Antártida.
“En ese año ‘72 socorrió ante su zozobra al buque Calipso del comandante Jacques Costeau, una autoridad a nivel mundial en el mar”, cuenta Cuevas sobre el icónico oficial naval francés, un explorador, investigador, oceanógrafo, inventor y director de documentales, que estudió el mar y sus habitantes.

El paso por Santa Fe
La última vez que el ARA Sobral amarró en el Puerto de Santa Fe fue en agosto de 2018. Luego la nave dejó de navegar el Paraná y el mar, para comenzar su triste etapa final de despojo, abandono y herrumbre.
El ex combatiente santafesino Adolfo Schweihofer realizó infinidad de gestiones para tratar de preservar al ARA Sobral. Quería que el barco tenga su amarra permanente en Santa Fe. Hoy se enteró de su triste final. “No lo logramos”, se lamenta. “Hace 10 años que junto a Owen Crippa venimos con las gestiones para traerlo y crear un buque – museo para que la gente lo visite”.
“Es una nave heroica en la que murieron 8 argentinos a bordo enfrentando a una flota inglesa, cuando fueron a rescatar a dos pilotos caídos en altamar, y tres de aquellos tripulantes son los santafesinos Osvaldo Benencia, Rodolfo López y Ricardo Cuevas”, rememora Schweihofer. “Hablamos con mucha gente que se comprometió a traerlo, pero lamentablemente nunca nadie se puso la camiseta argentina para concretarlo, y era muy costoso”.

Al igual que Santa Fe, hubo gestiones para trasladar el buque a Olivos, Ushuaia, Santa Cruz, Chubut y Entre Ríos. Pero ninguna prosperó. Cuentan que demandaba invertir unos 250 mil dólares para ponerlo en condiciones de navegabilidad.
El salado oleaje rompe ahora sobre la errumbre del ARA Sobral. Tiene las horas contadas. Pronto se irá lentamente a pique. Con él se irá una sentida parte de la historia argentina.

FUENTE: EL LITORAL

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