DENUNCIA DE VECINO: TRAPITOS LAVACOCHES

RAFAELA..
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Voy a dejar mi opinión sobre la prohibición de lavacoches y las multas a quienes accedan al servicio.
En principio, entiendo la necesidad de ordenar el espacio público y garantizar la seguridad. Eso no se discute.

Ahora bien, hablo desde la experiencia: tuve comercio en el centro de Rafaela y durante años conté con lavacoches de confianza, gente respetuosa, que trabajaba de manera honrada y que incluso cuidaba el frente y los vidrios del local.

Por eso considero injusto prohibir de manera general esta actividad y trasladar la responsabilidad al ciudadano que decide pagar por un servicio voluntario. Prefiero que alguien trabaje a que esté pidiendo en la calle. Ese trabajo, aunque informal, es digno.

Lo que sí me pregunto es por qué el foco está puesto ahí y no en otras situaciones que vivimos todos los días en la ciudad: personas pidiendo en los semáforos, molestando a quienes transitan, invadiendo veredas y locales, durmiendo en la calle, en muchos casos visiblemente desbordadas por consumos problemáticos y sin ningún tipo de control ni asistencia.

Eso también es inseguridad.
Eso también afecta la convivencia.
Y eso no se resuelve con multas al vecino que contrata a un lavacoches.

Si existen situaciones de abuso, apriete o delito, que se actúe de manera puntual y firme. Pero castigar el trabajo, mientras se mira para otro lado en problemas mucho más graves, no parece una política coherente.

Orden y control, sí.
Pero con criterio, humanidad y prioridades claras.

Voy a dejar mi opinión sobre la prohibición de lavacoches y las multas a quienes accedan al servicio.
En principio, entiendo la necesidad de ordenar el espacio público y garantizar la seguridad. Eso no se discute.

Ahora bien, hablo desde la experiencia: tuve comercio en el centro de Rafaela y durante años conté con lavacoches de confianza, gente respetuosa, que trabajaba de manera honrada y que incluso cuidaba el frente y los vidrios del local.

Por eso considero injusto prohibir de manera general esta actividad y trasladar la responsabilidad al ciudadano que decide pagar por un servicio voluntario. Prefiero que alguien trabaje a que esté pidiendo en la calle. Ese trabajo, aunque informal, es digno.

Lo que sí me pregunto es por qué el foco está puesto ahí y no en otras situaciones que vivimos todos los días en la ciudad: personas pidiendo en los semáforos, molestando a quienes transitan, invadiendo veredas y locales, durmiendo en la calle, en muchos casos visiblemente desbordadas por consumos problemáticos y sin ningún tipo de control ni asistencia.

Eso también es inseguridad.
Eso también afecta la convivencia.
Y eso no se resuelve con multas al vecino que contrata a un lavacoches.

Si existen situaciones de abuso, apriete o delito, que se actúe de manera puntual y firme. Pero castigar el trabajo, mientras se mira para otro lado en problemas mucho más graves, no parece una política coherente.

Orden y control, sí.
Pero con criterio, humanidad y prioridades claras.

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