Rafaela: un modelo de trabajo, educación e innovación en el corazón argentino

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La industria y el campo se unen para forjar un futuro basado en el trabajo colectivo. Con fábricas emblemáticas y un fuerte enfoque en la educación, la ciudad se destaca como un ejemplo de progreso y comunidad.

En el corazón productivo de Santa Fe, Rafaela late al ritmo del trabajo. Es una ciudad donde la industria y el campo conviven con la educación y la innovación, donde cada proyecto parece tener un propósito común: hacer crecer a la comunidad sin perder sus raíces. Basta recorrer sus calles para ver que detrás de cada pyme, de cada escuela técnica o club, hay una historia de esfuerzo colectivo.

Cadena 3 junto a La Argentina Posible visitaron la planta de Basso S.A., una fábrica que se ha convertido en símbolo de la capacidad industrial argentina. Desde ese lugar, rodeados de máquinas, operarios y acero transformado en piezas que viajan por el mundo, conversamos con quienes encarnan el espíritu rafaelino: trabajo, educación y pertenencia.

Una fábrica que fabrica confianza
En Basso S.A., las válvulas que salen de Rafaela llegan a motores Ferrari, Maserati, Harley-Davidson o John Deere. Pero su dueño, Juan Basso, asegura que lo que exportan no es solo metal: “Lo que vendemos es confianza. A Ferrari le hicimos la primera muestra en 15 días, cuando el competidor tardaba seis meses. Esa diferencia está en la actitud, en las ganas de hacer”, cuenta.

La empresa, fundada por su padre en 1963, produce hoy 55 mil válvulas por día, trabaja las 24 horas los siete días de la semana y emplea más de 800 personas. El acero llega de Asia, pero el valor agregado se queda en Argentina.

“Una tonelada de acero cuesta unos 8 mil dólares. Cuando se transforma en válvulas, vale 48 mil. Esa diferencia se traduce en trabajo argentino”, resume Basso, con orgullo de fabricante.


En su historia personal también se refleja otro de los pilares de Rafaela: la educación. Basso fue uno de los fundadores de la Escuela de la Plaza, hoy parte de la Universidad Católica de Santiago del Estero. “Nació en 1989, cuando la educación estaba en crisis. Queríamos que los chicos de Rafaela tuvieran inglés y computación, porque sabíamos que ese era el futuro”, recuerda.

El club que enseña más que fútbol
El trabajo y la educación también se mezclan en otro emblema local: el Club Atlético de Rafaela. Con más de 4.200 socios y 18 disciplinas deportivas, es mucho más que una institución deportiva. Su presidente, Francisco Paravano, lo explica sin rodeos: “De cada 150 chicos que practican fútbol, solo uno llega al profesionalismo. Por eso el club tiene que formar personas, no solo deportistas”.

Fernando Genesir y Francisco Paravano, presidente de Atlético Rafaela, en el Estudio Federal Sancor Seguros.
El club incorporó clases de inglés y tecnología para sus categorías juveniles y proyecta una escuela propia, que permita integrar el deporte con la formación educativa. Para financiar ese sueño lanzaron el Bingo Ilusión Celeste, una iniciativa que no solo busca recursos, sino también fortalecer el sentido de pertenencia de toda la comunidad.

“El club está en el centro de la ciudad y eso nos limita en espacio, pero no en sueños. Queremos que Atlético siga siendo un lugar de contención y crecimiento”, afirma Paravano.

El campo que innova sin perder la tierra
A pocos kilómetros del centro, el campo completa el paisaje productivo. Allí trabaja Juan José “Pipi” Felissia, de la Cabaña La Magdalena, que con 87 años de historia es la más antigua de la raza Holando-Argentina aún en actividad.

“El tambo es una actividad que depende del clima, de la economía y del esfuerzo diario. Pero también es innovación. Si no te actualizás, quedás afuera”, dice mientras muestra el robot de ordeñe que incorporaron para atender 60 vacas tres veces al día.

La cabaña ha experimentado incluso con animales clonados, una muestra de cómo la tecnología se ha vuelto aliada del campo. “Detrás de cada avance sigue estando la mano del hombre, el trabajo humano. Eso no cambia”, subraya Felissia.

Una ciudad que se piensa y se proyecta
Rafaela tiene siete universidades y un entramado institucional que conecta empresas, escuelas y gobiernos locales. En cada uno de sus actores —industriales, productores, dirigentes, docentes— hay una idea común: el progreso es colectivo.

Lo resume el periodista rafaelino Gustavo Gigena, anfitrión del equipo de Cadena 3: “Acá la educación es parte de la idiosincrasia. El rafaelino se capacita, se involucra y trabaja pensando en el futuro. Esa es la clave del desarrollo local”.

Rafaela no se cuenta solo por sus fábricas ni por su campo, sino por una cultura de trabajo, innovación y comunidad que la ha convertido en un modelo del interior productivo argentino. Y en cada historia que se cruza —de un empresario, un dirigente o un tambero— aparece la misma convicción: la Argentina posible no es un sueño lejano, está acá, en marcha, todos los días. 

 FUENTE: CADENA3

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