

Su trabajo fue fundamental para la creación del Parque Nacional Ansenuza (junto al de muchos actores más), sitio donde nació su amor por la naturaleza y su pasión por cuidarla y conservarla.
Lucila Castro tiene 35 años pero muchísimos kilómetros recorridos alrededor del mundo donde trabaja con las distintas comunidades de áreas protegidas, siendo su trabajo determinante para la creación de nuevas reservas.
Apasionada por la naturaleza, la joven reconoce que todo comenzó en Miramar, donde creció luego de que la familia se mudara desde Rosario, su ciudad natal.
Imposible que Ansenuza no la enamorara y cautivara con todo el potencial que el sitio tiene, y lo propio y de manera especial hicieron los flamencos: “Fue hermoso criarme rodeada de naturaleza y eso marcó mi carrera. No existe otro lugar como ese”, asegura.
Eso determinó su elección por Ciencias Biológicas, carrera que cursó en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). ¿Su tesis? ¡Flamencos!, nadie los conocía como ella que prácticamente había crecido viéndolos todos los días, en su hábitat natural, aprendiendo de sus conductas desde un privilegiado lugar, cara a cara, a escasos metros.
Así empezó a viajar, primero por la provincia, luego por el país y ahora por el mundo: “Con los flamencos conocí el mundo”, asume la especialista en este tipo de aves que habitan la Mar Chiquita, el espejo de agua salada más grande de Sudamérica.
Y llegaron los primeros trabajos internacionales. Fue con el Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos (GCFA) entre Perú, Bolivia y Chile. También formó parte de un estudio internacional que la llevó a China y Rusia, entre otros países. También trabajó en la Sociedad Internacional para el Estudio de los Lagos Salados.
Durante los últimos años, Lucila integra espacios mundiales referentes en protección de la biodiversidad destacándose en Latinoamérica y en el resto del mundo. Tanto es así que en 2024 fue elegida entre 18 personas de todo el planeta para realizar una beca en la Fundación Kinship Conservation Fellows, en Washington, Estados Unidos. Esa estadía fue fundamental en la transformación de los métodos de conservación.
Actualmente está becada en Boundless Fellowship, un programa que reúne a líderes emergentes de América comprometidos con la conservación ambiental. Allí se entrenará durante dos años para ser líder mundial.
“Fue un proceso muy riguroso y quedé elegida”, afirma con orgullo. Su primer trabajo fue sobre minería ilegal en Perú, para luego continuar en California, Estados Unidos. En los próximos días se establecerá en Montana.
Los logros de Lucila son muchos, pero uno en particular que vale la pena remarcar es que es la primera mujer, la más joven y la única referente de América Latina en integrar el Consejo Directivo de World Land Trust, una organización inglesa dedicada a la conservación. La importancia de ello radica en que podrá tomar decisiones con una visión mundial. “Ayudaré en el cuidado de la naturaleza respetando las comunidades”, anticipa.
La joven bióloga también preside la Fundación Natura Argentina, entidad integrada por otros 30 colaboradores con proyectos de conservación de ecosistemas argentinos con apoyo internacional. La entidad realiza estudios técnico-científicos en Mar Chiquita, en otras provincias y en otros países.
Para realizar esos trabajos de conservación, la ONG busca financiamiento internacional. Tiene acuerdos con instituciones, gobiernos y universidades.
Actualmente Lucila vive en la ciudad de Córdoba (cuando no viaja) y siempre que puede regresa a Miramar con sus flamencos. La especialista destaca que “estamos en un momento bisagra de la historia” por lo que es fundamental “incorporar la naturaleza en nuestro modo de vida”.
En ese sentido advirtió que “lo que está en juego es la calidad de vida de todos. Estamos perdiendo especies y el clima está cambiando de manera acelerada”, puntualizó.
FUENTE: EL DIARIO DEL PUEBLO