Maximiliano Pullaro, dos años de gestión y el desafío de mostrar una nueva versión de sí mismo

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Dos años después de asumir y de haber demostrado una notable capacidad para enfrentar un estado de crisis acuciante, Maximiliano Pullaro comienza a transitar una etapa esencial para su gobierno: las experiencias de la historia demuestran que, al menos en el corto y mediano plazo, su gestión probablemente no sea recordada por lo que ya hizo, sino por lo que haga a partir de ahora y hasta el final de su mandato.
 
Es que, salvo circunstancias extraordinarias, la memoria colectiva suele ser cortoplacista.

 Algunos ejemplos pueden ayudar a comprender mejor este concepto:

Cuando Raúl Alfonsín dejó de ser presidente de la Nación, pocos recordaban su invaluable contribución en el proceso de recuperación y sostenimiento de la democracia. Lo que por aquellos años quedó marcado a fuego en la conciencia colectiva, fue el descalabro hiperinflacionario de la última etapa de su gestión -por eso debió abandonar antes de tiempo su mandato.
Durante los años que siguieron a la gestión de Carlos Menem como presidente, se lo recordó más por los graves hechos de corrupción que trascendieron durante su segundo mandato, que por haber estabilizado la economía en sus primeros años de gobierno -por eso hubiese perdido la segunda vuelta ante un ignoto Néstor Kirchner en 2003.
Con sorprendente eficiencia, la gestión Pullaro alcanzó sus objetivos más urgentes durante los dos primeros años de gobierno:

Redujo drásticamente el número de homicidios en el departamento Rosario y también en el departamento La Capital
Impuso límites claros para los presos de alto perfil
Impulsó con éxito la renovación de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia
Modificó el sistema de ingresos en la EPE
Redujo los niveles de inasistencia docente en las escuelas
Reformó el régimen jubilatorio
Implementó una reforma judicial
Y, por si todo esto fuera poco, Santa Fe tiene una nueva Constitución luego de 63 años y de varios intentos que terminaron en fracaso.
 
Luego de 63 años, Santa Fe cuenta con una nueva Constitución provincial.
Maiquel Torcatt / Aire Digital
La gran pregunta para la gestión de Maximiliano Pullaro: ¿y ahora qué?
Maximiliano Pullaro demostró ser un eficiente piloto de tormentas.

 Pero el estado de crisis parece haberse apaciguado y, entonces, surge la más incómoda -tal vez ingrata- de las preguntas para esta gestión: a partir de ahora, ¿qué?

 El común de los ciudadanos santafesinos ya se acostumbró a convivir con niveles aceptables de violencia, a que los presos de alto perfil no gobiernen las cárceles, a que los paros docentes no sean tan recurrentes y a que exista igualdad de condiciones para acceder a un trabajo en la empresa de energía.

 En materia de Justicia, ya no será posible atribuir la responsabilidad de los problemas al grupo de personas que controló -con cierto grado de nepotismo, en algunos casos- el Poder Judicial durante más de tres décadas.

 Tampoco se podrá argumentar que la vieja Constitución representa un ancla para el desarrollo provincial o que vacía de poder real, durante el último tramo de sus gestiones, a gobernadores que no pueden ser reelectos.

 

 En la segunda mitad de mandato, se inicia un punto de inflexión para el gobierno de Santa Fe.

 A estas alturas de las circunstancias, luego de haber alcanzado los objetivos iniciales y de transitar con ciertas turbulencias un proceso electoral que no salió como esperaban, Pullaro y sus equipos se enfrentan ante el desafío de mostrar otra versión de sí mismos, de confirmar que no solo son capaces de apagar incendios, sino de generar las condiciones y consensos básicos para la convivencia social, el desarrollo económico y los acuerdos políticos.

 Es que, salvo circunstancias extraordinarias y como lo indica la historia, al menos en el corto y mediano plazo, la gestión de Maximiliano Pullaro no será recordada por lo que ya hizo, sino por lo que se haga desde ahora, y hasta el final del mandato.
 
 

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