🟡RAFAELA: NOQUEO A PATADAS EN LA CABEZA A UN SUPUESTO LADRON

RAFAELA..
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“Cuando la impotencia se vuelve violencia: el límite que no podemos cruzar”

Un nuevo episodio de violencia callejera volvió a sacudir a Rafaela. En un video que comenzó a circular en redes sociales, se observa a una persona golpeando brutalmente a otra, aparentemente como reacción ante un hecho de robo. Aunque muchas veces se comprende —o quizás la palabra sea se interpreta, se percibe, se comprende humanamente— el cansancio social, la impotencia acumulada y los problemas personales que atraviesan a parte de la ciudadanía, este tipo de episodios nos obliga, una vez más, a detenernos y reflexionar.

Porque no es el camino.

Cuando alguien decide “hacer justicia por mano propia”, no solo profundiza el espiral de violencia: puede terminar más perjudicado que la persona a la que golpea. Las consecuencias penales de estos actos pueden ser graves, incluso cuando el hecho que motivó la reacción fue un delito. Si existe una sospecha o un hecho consumado, lo que corresponde es hacer la denuncia y dejar que la justicia actúe.

La violencia no corrige, no repara y no ordena.
La violencia solo genera más violencia.

Argentina ya ha vivido situaciones trágicas en salidas de boliches, donde un mal golpe —un solo golpe— terminó con la vida de un joven y con un grupo de personas detenidas y posteriormente condenadas. Historias que dejaron familias rotas en ambos lados. ¿Vamos a seguir repitiendo ese camino?

Este es un llamado urgente a la conciencia colectiva. No se trata de justificar la inseguridad, ni de negar la angustia social. Se trata de evitar que la respuesta a un problema genere uno mucho peor.

También es necesario pedirle a la política responsabilidad: no se puede hacer apología de la violencia, ni alimentar discursos que confunden legítima defensa con agresión desmedida. Son cosas distintas, separadas por una distancia enorme y por principios básicos del Estado de derecho.

La pregunta es:
¿Queremos una ciudad donde cada uno hace justicia por cuenta propia?
¿O queremos una comunidad que, aún en la bronca y el cansancio, elige proteger la vida y el futuro?

Pensarlo no es un lujo.
Pensarlo es urgente.

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