

Con el argumento de la "eficiencia", el Gobierno prepara la privatización o cierre de una plataforma con 2 millones y medio de suscriptores, esencial para la difusión del cine argentino.
“Cine.ar no se veeeende, Cine.ar no se veeeende”. “Pirovano, Pirovano, no mira cine, mira Tik Tok”. Las rimas, es cierto, no eran muy precisas, pero para quienes las cantaban era más importante el mensaje que la forma. Una rareza, tratándose de actores, actrices, directores, técnicos y estudiantes de cine, una disciplina en la que la segunda importa más que el primero. El motivo que reunió ayer por la tarde a varios centenares de miembros de la comunidad audiovisual en las puertas del edificio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, ubicado en Lima 319, era muy claro: reclamar en contra de la privatización o el cierre del canal Cine.ar y la plataforma Cine.ar Play, algo que el propio organismo, precedido por el economista Carlos Pirvano, anunció un par de meses atrás en sus redes sociales.
“Durante más de una década, Cine.ar ha acercado estrenos, documentales y cortometrajes argentinos a millones de espectadores dentro y fuera del país y de manera libre y gratuita. Más de dos millones y medio de usuarios de la plataforma pueden elegir entre más de 1600 producciones, ver obras de cineastas multipremiados o que recién estrenan su ópera prima. El cine argentino llega a lugares donde no existen salas de cine y brinda una herramienta concreta y efectiva para la difusión de contenidos audiovisuales con fines sociales, culturales, educativos y recreativos en todo el país”, asegura el comunicado que leyeron entre Cristina Banegas, Ana Celentano y Susana Varela a modo de cierre de la concentración, y que en los días previos circuló para juntar firmas. Más de 15.500 personas estamparon sus nombres, así como también cien entidades, desde asociaciones de cada rubro de la industria audiovisual hasta festivales y cátedras universitarias.
La primera movida relacionada con la actual situación de Cine.ar ocurrió el 17 de marzo pasado, cuando el decreto 194/2025 estableció su traspaso a la empresa estatal Contenidos Artísticos e Informativos Sociedad Anónima Unipersonal. Eso significó que Cine.ar, Cine.ar Play y Cine.ar Estrenos, dependientes hasta entonces del INCAA y, por ende, de la Secretaría de Cultura de la Nación, pasaron a formar parte de la Secretaría de Comunicación y Medios de la Presidencia de la Nación que maneja el también vocero Manuel Adorni.
Lo que en aquel momento se pensó que era un paso previo al cierre o la privatización, terminó de confirmarse el 7 de agosto con un posteo en X (ex Twitter) del INCAA: "AVANZA LA PRIVATIZACIÓN DE CINEAR. Esta medida generará un ahorro de 330.000 USD anuales que dejará de salir del bolsillo de los contribuyentes. Liberaremos al Estado del gasto en salarios (USD175k) y operación (USD155k), un paso hacia la eficiencia y la libertad económica", se leía en el posteo.
Esos 330 mil dólares significan unos 462 millones de pesos en un contexto en el que el INCAA tiene ingresos anuales por alrededor de 50 mil millones (o 35,7 millones de dólares), por lo que el “ahorro” es de menos del uno por ciento del presupuesto. Si se tiene en cuenta que Cine.ar Play acumuló 2,6 millones de suscriptores durante sus diez años de funcionamiento, el costo es de 12 centavos de dólar por cada uno… por año. “La misma presidencia subejecuta los recursos del Instituto de Cine en un 67%, evidenciando que se trata de una decisión política de atacar a un cine nacional que ya se encuentra en una crisis sin precedentes”, leyó Celentano, y luego recordó que “en nuestro país se estrenaban alrededor de 200 películas al año, pero solo se han estrenado seis producciones bajo las nuevas normativas impuestas por el Presidente del INCAA”.
“La subejecución presupuestaria no solo está afectando gravemente la producción y dejando a cientos de familia sin trabajo, sino que también impacta en toda la cadena de la actividad. Se ven perjudicadas las escuelas que dependen del INCAA, las muestras y festivales nacionales, las salas de cine que integran la red de Espacios INCAA, los programas de apoyo a las provincias, las convocatorias para concursos de desarrollo y producción de proyectos audiovisuales y los acuerdos de coproducción internacional, así como las tareas de preservación de nuestro patrimonio audiovisual”, alertó la actriz.
Aquel anuncio de privatización fue una bomba que generó una importante repercusión tanto en el ambiente como en el interior del edificio céntrico, y de la que lo ocurrido el martes es el primer acto colectivo. Según publicó el sitio Otroscines.com, la semana pasada Pirovano y su gerente general, Carlos Vargas Eguinoa, quienes días antes les habían dicho a los cinco empleados de planta que tenían diez días para optar entre un retiro voluntario o un pase a disponibilidad, deslizaron que estaban evaluando que Cine Ar Play continúe al menos por 6 meses bajo la órbita del Instituto. Además, renovaron por ese periodo de tiempo el contrato de los cinco empleados que no son de planta. Este diario pudo saber que todos los empleados fueron citados para una reunión este viernes con Pirovano. Ocurra lo que ocurra, lo cierto es que, tras la motosierra de 2024, quedaron apenas diez personas para sostener un canal y una plataforma de destino incierto. Y aún nadie ha querido explicar por qué, tal como reveló este diario, los fondos genuinos del Incaa no se destinan a sus fines específicos de producción, sino que fueron colocados en bonos y plazos fijos.
FUENTE: PAGINA12