Un salmón de 33 kilos le cambió la vida al camionero de Vaca Muerta que quería ser guía de pesca en los lagos de la Patagonia

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Fede Ruiz maneja un camión durante 14 días y en los siete francos que siguen es guía de pesca. Un  gran salmón de 33 kilos le dio el empujón que necesitaba para dedicarse a su pasión y ahora hasta tiene clientes que viajan desde Texas. A los 27, busca su destino. Esta es su historia.

No es fácil encontrar tu lugar en el mundo y Federico Ruiz, a los 27 años, lo sabe bien. Vive en el barrio Villarino de Cipolletti, en el Alto Valle de Río Negro, al norte de la Patagonia y sus paisajes de chacras que ceden territorio a los loteos y al petróleo y de ríos y embalses cercanos donde iba a probar suerte con la caña y los anzuelos desde los 12 años, influenciado por su abuelo. No podía imaginar entonces que el tiempo le daría la chance de ser camionero en Vaca Muerta, ni que le traería la oportunidad de ganarse la vida con su pasión más profunda, la pesca. Ahí están sus fotos con truchas y salmones gigantes para demostrar que sabe de qué se trata. Esta es su historia, la de un hombre que supo salir a buscar su destino.

De cuidar cocheras a Vaca Muerta
Tras la primaria en la Escuela 305 y la secundaria en el Centro Técnico 22 de Cipolletti, Fede salió a buscar trabajo. El primero, limpiar baños en un hipermercado. Siguieron otros: cuidador de cocheras, pintor, conductor de transportes escolares, hasta que pudo entrar como chofer en Vaca Muerta.

En los comienzos, le tocó llevar cada día al campo a entre 19 y 24 petroleros en una trafic. Después, trasladar 40 toneladas de sólidos cargados luego de las perforaciones hasta su lugar de tratamiento , entre otras misiones. Le gustan los fierros, se sentía bien al volante en esos caminos que llevan a los pozos.

Aunque le costó acostumbrase a ese extraño régimen petrolero de trabajar 14 días seguidos y después disfrutar de siete días de franco, tenía un buen sueldo y obra social, nada para quejarse. Pero cuando en la ruta se cruzaba con esas camionetas de pescadores que llevaban los botes en los carros de arrastre y veía las cañas enfundadas en la caja recordaba que tenía algo pendiente.

 
De Cipolletti a El Chaltén: 47 salmones en 4 días
Un día se animó a ir por su sueño de ganarse la vida como guía de pesca y dejó su empleo. Con dudas, con temor a equivocarse, de perder lo que había ganado, fue para adelante de a poco y aceleró en el último verano. A fines de febrero, un salmón de 33 kilos en el río De las vueltas en El Chaltén en la cordillera de Santa Cruz le dio el empujón que necesitaba y lo desbordó de clientes: lo llamaron de todos lados, incluso pescadores de Estados Unidos y hasta se quedó sin fechas disponibles para salir con la balsa. ¿Un golpe de suerte? Podría ser, pero los pescadores de ley saben que sin hacer las cosas bien difícil el milagro. «La inspiración existe, pero debe encontrarte trabajando», decía Picasso. «Si la vida te da limones, hacé limonada», dice él.

 
Aun recuerda cada detalle de ese viaje a El Chaltén con tres amigos. Corrían los últimos días de febrero 2024 y el objetivo eran los grandes salmones del río De las vueltas. Hicieron unos dos mil kilómetros desde el Alto Valle y soñaban con pescar esos gigantescos salmones chinook que remontan un río corto y angosto a unos 30 km de El Chaltén.


Cada mañana, a las seis, salían rumbo al río que nace en el lago del Desierto y desemboca en el lago Viedma. Es corto, de curvas y pozones, con salmones gigantes, peleadores, poderosos, inolvidables. A veces los veíamos subiendo a un metro de la orilla tuyo y no lo podíamos creer. Fue como tocar el cielo”, dice Fede.

Los cuatro amigos pescaron con mosca o spinning con anzuelo sin rebaba y señuelos brillantes 47 salmones de más de 20 kilos en cuatro días y él se enorgulleció de guiar a los otros tres en un escenario muy diferente al del Limay Medio y con peces que desconocía. Se ubicaron en los pozones, en zonas con seis metros de ancho, ideales para ubicar los señuelos. En esos cuatro días sobraron los piques.

«La pelea es brutal, tienen mucha fuerza, las corridas son interminables. Es adrenalina pura en un lugar en el mundo con una belleza increíble”, describe. Y marca otra diferencia con los pesqueros del Alto Valle. “En el Limay, mucho más extenso y amplio, los peces son de otro porte. Los salmones son descomunales. Para pescadores como nosotros son los trofeos con los que soñamos”, afirma el guía. Los devolvieron todos. “Para que continúen con su ciclo de vida y se reproduzcan”, dice Fede.


La crónica de esa gran aventura fue publicada en el Voy, suplemento de viajes y turismo de Diario Río Negro. “Me llamaron de todos lados después, hasta de Estados Unidos. Esos salmones me dieron el empujón que me faltaba”, dice Fede.

 Del petróleo a las truchas

Tras volver, completó la temporada de pesca con salidas al Limay Medio, siempre aconsejado por su maestro y amigo, el guía de pesca cipoleño Pablo Oscar Blasco.


Antes de que finalizara la temporada en el tramo del río habilitado hasta el 31 de mayo, ya se había quedado sin fechas disponibles para las últimas semanas.


Y después, Fede siguió con las salidas en los embalses cercanos a Neuquén capital en los que se puede pescar todo el año: Mari Menuco, El Chocón, Los Barreales, Alicurá y Piedra del Águila, el que eligió como su base de operaciones por la calidad de sus truchas, como explica.

Su plan es seguir así el resto del invierno y el comienzo de la primavera hasta la apertura de todos los pesqueros del norte de la Patagonia, lo que ocurrirá el 1° de noviembre, como cada año.


Mientras tanto, tras recibir una gran oferta económica, volvió a Vaca Muerta para trabajar como chofer de flota pesada: son 14 días seguidos por siete de franco. De esos, toma dos para descansar y cinco sale a pescar con clientes a Piedra del Águila. “Estoy feliz, estoy consiguiendo lo que soñaba. Cansa un poco, pero era mi sueño,”, dice Fede.

Pescaron 50 truchas en un día en Piedra del Águila
¿Y cómo fue hasta ahora este invierno en Piedra del Águila? Fede responde impresionado con todo lo que pasó en el lago ubicado a 290 kilómetros y tres horas de auto desde Neuquén capital. “Es ideal para pesca con mosca», dice. Si su primera inversión fue una balsa, la segunda fue una lancha y utiliza estas embarcaciones para salir a pescar y en el embalse elegir dónde parar para probar suerte de vadeo cerca de la orilla. “Es tan buena la pesca en Piedra del Águila, que el promedio de dos clientes en un día es de unas cincuenta truchas entre los dos. Siempre con devolución”, relata asombrado.

Como a su maestro Pablo, le preocupa la cantidad de furtivos que sacrifican grandes truchas en Los Barreales y Mari Menuco, ante la falta de controles. Mientras tanto, planea expandirse para la apertura de la temporada del 1° de noviembre. “Quiero contratar dos ayudantes, como si fuera una micropyme”, dice. “Tengo las embarcaciones, el conocimiento, las ganas. Está todo dado para seguir creciendo”, agrega, feliz del camino que se animó a recorrer, ese que empezó de abajo y que aun no sabe hasta dónde lo puede llevar.

 
Pablo, el maestro de los pescadores en el Limay Medio
Federico Ruiz mencionó durante la charla su especial agradecimiento a Pablo Oscar Blasco, el guía de pesca rionegrino que vive en Cipolletti en el barrio Villarino como él y que le ofreció con generosidad sus consejos y técnicas para ser cada vez mejor pescador y convertirse también él en guía. Pablo es fundador del grupo Limay Medio Desembocadura, que nuclea a pescadores del Alto Valle: hay de Roca, de Neuquén, de Cipolletti y de Centenario, entre otras ciudades.

Pablo llegó al Limay Medio con su padre, que lo invitaba a pescar con sus amigos y con el tiempo se convirtió en un gran especialista en la zona.

“Pablo es un fenómeno -dice Fede-. Me aportó un montón de consejos en lo profesional y en lo humano, me llevó a trabajar con él para formarme entre las lanchas y los piques, me ayudó también en alguna época de bajón, cuando los clientes para salir a pescar no aparecían y yo tenía miedo de haberme equivocado con la decisión. Él y todos los muchachos del grupo tiraban para arriba. ‘Vení, Fede, vamos a pescar’ me decía Pablo y así me ayudaron. Después, por suerte, me empezó a salir laburo y me tranquilicé”.

“Fede es una esponja, aprendió mucho y me alegro un montón de que ahora esté saliendo con sus propios clientes”, dice Pablo.

Más fotos, videos y contacto: https://www.instagram.com/pescalimaymedio/

FUENTE: RIO NEGRO

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