El épico viaje de Pablo Imhoff, el youtuber santafesino que está uniendo Ushuaia con Alaska en moto

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En enero de 2020 partió desde Santo Tomé en su "Econo". La pandemia lo retuvo un año pero está cada día más cerca de cumplir su objetivo.

Hace diez años Pablo Imhoff, oriundo de Santo Tomé, se subió a una moto y comenzó a recorrer las rutas del mundo. Durante miles de kilómetros, el viento golpeó su cara y sobre dos ruedas contempló infinitos paisajes, entabló innumerables charlas y tejió miles de historias. A principios de 2020, emprendió un nuevo viaje: el Proyecto Alaska. Partió desde su ciudad natal hasta Ushuaia y desde allí hace camino hasta el norte del continente americano. Pablo ya está en México y El Litoral habló con él sobre su presente, su futuro, sus expectativas y los momentos más destacados de esta aventura.

 “Salí en enero de 2020 desde Santa Fe. Fui bajando por la ruta 3, por la costa atlántica. En marzo me agarró la pandemia en Ushuaia y me quedé un año ahí. Ya en 2021 tomé la ruta 40 de punta a punta, desde Cabo Vírgenes hasta La Quiaca. Crucé a Bolivia y fui subiendo: Perú, Ecuador, Colombia. En ese país pasé por el Tapón del Darién, la selva, hasta Panamá. Seguí por Costa Rica y a Nicaragua no me dejaron entrar, probablemente porque soy youtuber y por la situación política del país”, confiesa el santotomesino.

“Mandé la moto en camión y yo crucé en avión desde Costa Rica hasta Honduras. El viaje siguió en dirección norte: El Salvador, Guatemala, Belice y México, donde estoy ahora”, agrega.
Por delante, le quedan solo dos países: Estados Unidos y Canadá. En cuanto al tiempo de llegada, afirma que será en 2025, porque pronto llega el invierno y “es imposible llegar a Alaska” en esta estación.

 
La moto, el “equilibro perfecto” para unir América
Pablo viaja solo, en realidad de a dos, él y su moto, una Honda C90-Econo Power, cariñosamente denominada como “la Econo”. La compró y la reparó con esmero, esfuerzo y la ayuda de “Oscarcito”, un amigo también oriundo de Santo Tomé. Hace poco, Oscar viajó a México y estuvieron recorriendo las rutas juntos por un mes completo.
A la pregunta de por qué elige ir en moto, responde con contundencia: “La moto es el equilibrio perfecto: te da la libertad de una bicicleta pero la potencia de un vehículo grande, podés acceder a lugares que de otra manera sería imposible. Te da aventura”.

Como ventaja, resalta que es “un vehículo muy económico de viajar: no gasta demasiado combustible y los repuestos y accesorios son accesibles”. Lo que encarece a este medio “es la necesidad de buscar alojamientos, ya sean hostales, hoteles o campings”. Un problema que no tienen, por ejemplo, las motorhomes.
La parte más complicada es, según cuenta, la inseguridad en cuanto al tránsito. “Siempre se dice que en la moto vos sos el paragolpe entonces hay que tener mucho cuidado”. Afortunadamente, nunca sufrió ningún tipo de accidente.

 
Viajar no es estar de vacaciones
No, Pablo no “vive de vacaciones”. De hecho, no tiene muchas vacaciones.Y las mismas consisten, paradójicamente, en no viajar. Hace 12 años, más precisamente el 10 de noviembre de 2012, subió el primer video a su actual canal de YouTube. Desde entonces, crea contenido para esa plataforma, la cual se ha convertido en su principal fuente de ingresos. Tiene 1.26 millones de suscriptores, lo siguen desde todos los rincones del planeta. Además, se financia con la ayuda de algunos sponsors y con la venta de productos y de su libro a través de su tienda online.
“Lo mejor de la comunidad que tengo es el cariño, el hecho de que la gente siempre te brinda su solidaridad, su ayuda, su buena onda, un plato de comida, un techo, algún regalito…por más simple que sea siempre es un mimo, sobre todo en mi caso que viajo solo. Encontrarme seguidores o con gente que por ahí no me conoce pero empatiza con el viaje que estoy haciendo y me ayuda, es hermoso. A su vez, el hecho de saber que la gente disfruta de un video o de un contenido es algo muy gratificante para mí, muy motivante”, confiesa emocionado el viajero de 37 años.
Aunque por el caudal de gente que lo sigue, ya no puede responder cada uno de los mensajes que recibe, se preocupa porque el trato siga siendo humano, “como lo fue desde el primer día”.

Qué ha cambiado en cuatro años
Sería extraño pensar que cuatro años de ruta no provoquen ningún cambio en una persona. Y tampoco es sonsa la intuición de que, tal vez, algunas motivaciones se vayan transformando con el tiempo.
“El objetivo sigue siendo llegar a Alaska”, afirma Pablo. Pero también comparte que hoy por hoy ya se asoman “otros sueños y anhelos”. “Son diez años de nómada y cuatro años y medio en este proyecto. Cuando termine necesito parar un poco para recalcular y ver cómo seguir, qué es lo que quiero para mi vida y para mi futuro. Probablemente sea seguir viajando, o no, no lo sé. Pero sí, es necesario parar después para ver qué es lo que me pide el cuerpo y la cabeza”.

Este viaje ha sido clave para que se pueda conocer “física y mentalmente”. En el camino “uno se encuentra con muchos contratiempos, entonces realmente ahí es cuando te conocés, cuando te das cuenta de qué estás hecho. Hay muchas situaciones bastante extremas, o dramáticas, y la soledad también se hace presente. Hay momentos de introspección en los que uno aprende a conocerse. Descubrí muchas fortalezas mías y también muchas debilidades, cosas que no sabía que estaban en mí”.
Pablo comparte periódicamente su travesía a través de su canal de YouTube y su cuenta de Instagram. Por medio de esas redes cualquiera puede seguir sus aventuras y formar parte de la comunidad de este santafesino que parece no tener techo.

FUENTE: EL LITORAL

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