Los cazas rusos más avanzados están cayendo como moscas en Ucrania

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El Su-35, Su-34 y Su-57 están demostrando que no pueden operar en entornos para los que no fueron diseñados. Las numerosas bajas están resultando humillantes para Putin y la industria rusa
 

Los cazas de combate operativos más avanzados de Rusia están cayendo de forma inesperada desde los cielos de Ucrania: el Su-35 y el Su-34 están demostrando ser mucho menos efectivos de lo esperado a pesar de sus sistemas de última generación. Incluso el avión supuestamente invisible Su-57 ha caído en manos de las defensas ucranianas.

 Como apunta Brandon J. Weichert, analista de seguridad nacional para la publicación de defensa The National Interest, la razón de su fracaso es que el avión se ha visto obligado a operar en un entorno para el que no fue diseñado, revelando sus limitaciones. Analistas independientes han contabilizado 31 Su-34 caídos, 7 Su-35 y 1 Su-57.

 La realidad es que el Su-35 fue diseñado para llevar a cabo ataques a larga distancia —conocidos como ‘ataques sobre el horizonte’— permitiendo a los pilotos rusos lanzar misiles desde posiciones seguras, fuera del alcance visual directo de las defensas enemigas. Sin embargo, la realidad del conflicto en Ucrania ha alterado drásticamente este escenario. Los sistemas de defensa aérea ucranianos, como las baterías de misiles de defensa de largo alcance Patriot, han obligado a estos cazas a volar a altitudes más bajas a una distancia más corta. Pero, para evitar a los Patriot, ahora están expuestos a otros ataques que les hacen más vulnerables.El problema del entorno
Según Weichert, “el Su-35 no puede y no ha operado a su máxima capacidad porque el tipo de guerra que está luchando es fundamentalmente diferente del tipo de guerra para el que fue diseñado”. Este cambio forzado en su modo de operación ha provocado la pérdida de varios de estos aviones, impidiendo que los Su-35 aprovechen plenamente sus capacidades ofensivas. Lo mismo pasa con los otros aviones, que no cuentan con el apoyo necesario. De hecho, sabemos que Rusia no quiere arriesgar sus escasos Su-57 por una posible humillación, algo que se confirmó con su primer derribo hace poco.

Este fenómeno se ha visto antes, como dice el autor: durante la Segunda Guerra Mundial, los bombarderos estadounidenses y británicos tuvieron que volar a altitudes más bajas para mejorar la precisión de sus bombardeos sobre Europa. Estos bombarderos fueron diseñados para operar a grandes altitudes y fuera del alcance de las defensas antiaéreas. El resultado es que la artillería antiaérea alemana y a los cazas enemigos les hicieron picadillo hasta que los Aliados pudieron desplegar cazas de larga distancia como el P-51 Mustang y los bombardeos continuados destruyeron las defensas nazis.

Aquí ha pasado lo mismo aunque la tecnología haya avanzado radicalmente: el cambio en las tácticas y la adaptación a las realidades del campo de batalla han expuesto a los Su-35 a estos riesgos imprevistos, provocando otra escabechina.

La estrategia ucraniana
Ucrania está usando estratégicamente sus sistemas móviles de defensa aérea, desplegándose rápidamente para contrarrestar las incursiones aéreas rusas y estableciendo zonas de exclusión aérea bien defendidas, complicando en extremo las operaciones de estos cazas. Estos sistemas, apoyados por radares avanzados y misiles tierra-aire, han creado un entorno altamente peligroso para los aviones rusos.

Weichert también subraya que, aunque el Su-35 es un avión formidable, su actuación en Ucrania refleja las dificultades inherentes a la adaptación de un sistema diseñado para un tipo de combate específico a un escenario completamente diferente. “El Su-35, independientemente de lo que pueda ocurrir con él, no es un sistema tan importante para Rusia como para que no poder usar este avión a su máximo rendimiento perjudique su esfuerzo bélico,” explica.

 Rusia cuenta con otros recursos militares que mitigan en parte las limitaciones que enfrenta este caza, dice, pero no es capaz de sacarles el partido que muchos analistas esperaban gracias a una mezcla del lamentable y obsoleto estado de sus armas y la corrupción de la estructura manufacturera. Sea como sea, los derribos de los Su-35 son una nueva humillación para una desahuciada industria de armamento rusa que, una vez más, se muestra dolorosamente patente para Vladimir Putin y su gobierno.

FUENTE: EL CONFIDENCIAL

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